Mi trabajo, cada noche, consiste en levantar tristezas de un peso impresionante.
Es un acto muy esperado por el público.
Supongo que les da morbo ver como mis músculos se tensan hasta casi estallar bajo este peso sobrehumano.
A veces, creo que no lo voy a conseguir.
Todo mi cuerpo cruje y mis huesos se empiezan a quebrar.
Pero al final siempre lo logro.
Y el público estalla en una gran ovación, aliviado.
Es un momento que disfruto mucho.
Debo reconocer que levantar tristezas me da mucha alegría y satisfacción.
Vamos, es lo mío.
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